Hace poco leí Shanzhai de Byung-Chul Han y, sinceramente, me detonó varias ideas que tenía demasiado “occidentalizadas”.
Toda la vida me maté tratando de ser original, como si la creatividad fuese una batalla épica entre “mi verdadero yo” y un ejército de influencias prohibidas.
Y ahí, en ese esfuerzo exagerado por “ser único”, me encontré más de una vez autocensurándome. No mostraba cosas, no publicaba, no terminaba nada.
Porque si se parecía a algo… ya sentía que era trampa.

Pero Han tira esta: en Oriente no existe esa obsesión por “la idea original”. Y eso me aflojó un montón de tensiones creativas que ni sabía que tenía.

Acá van 5 ideas clave que me volaron la cabeza.


1. En Oriente copiar no es robar: es seguir un camino

En el pensamiento oriental, la copia no es una traición al original.
Es continuidad.
Una práctica viva que nunca llega a una versión definitiva.
El valor no está en “crear desde cero” sino en participar de una tradición que siempre está mutando.

En mi cabeza occidental eso era impensable.
Yo veía “copia” = “delito”.
Pero ellos ven “copia” = “flujo”.


2. El original perfecto… no existe

Para nosotros, el original es una pieza sagrada: intocable, única, cerrada.
Han explica que en Oriente eso no funciona así: nada es definitivo.
Todo está en proceso.
La obra no se “termina”, se transforma.

Y si lo pensás un segundo… es mucho más liberador trabajar así que perseguir una perfección inexistente.


3. Toda creación es modificación

La cultura Shanzhai entiende que crear es alterar, adaptar, mutar.
No existe esa idea de “inventé esto desde la nada”.

Y, seamos sinceros: nadie inventa desde cero.
Todos tomamos algo, lo mezclamos, lo deformamos, lo hacemos nuestro.
La diferencia es que los orientales lo admiten… y nosotros lo negamos mientras nos rompemos la cabeza buscando “la idea original”.


4. Las ideas están en el universo (acá entra Rick Rubin también)

Hay un punto donde Han y Rick Rubin —sí, el productor místico— se encuentran.

Rubin dice en The Creative Act que las ideas no son nuestras, que flotan en el universo como señales de radio, y uno solo hace de antena.
El artista no “posee” las ideas: las canaliza.

Y Han describe algo parecido: la creatividad no surge del ego individual sino de un flujo que viene de afuera.

Esa visión me peinó para atrás.
Porque si las ideas vienen del universo y no “de mí”,
entonces no tengo nada que demostrar.
Solo tengo que estar receptivo.


5. No existe la originalidad pura, existe tu versión

Cuando la presión por ser original se afloja, aparece algo mejor: tu voz real.
No la voz que intenta ser distinta a toda costa,
sino la que surge cuando dejás de pelearte con tus influencias.

No es “quiero no parecerme a nadie”.
Es “voy a parecerme a mí, y eso incluye todo lo que amo”.

Ahí es donde sentí el click.


6. Un flash que tuve

Voy a dar el ejemplo con un crack de la Guitarra

Si lo pensás bien, Stevie Ray Vaughan es el ejemplo perfecto de que la originalidad no nace de la nada, sino del ADN mezclado de todo lo que amás.
SRV tiene dentro suyo pedazos clarísimos de otros guitarristas:
Albert King (esa mano pesada, ese bend infinito y llorón),
Jimi Hendrix (la energía salvaje, las armonías raras, el fuego psicodélico),
y hasta un toque de Buddy Guy en la actitud y el ataque.

Si escuchás a esos tipos por separado, los reconocés al instante dentro de SRV.
Están ahí, vivos, respirando.
Pero —y acá está lo mágico— Stevie no suena exactamente a ninguno.
Porque lo que hace es mezclar lo que ama con su propio carácter, su fuerza, su sensibilidad, su forma de frasear, su sufrimiento, su alegría.

El resultado no es una copia.
Es un organismo nuevo.
Como si el ADN de todas esas influencias se mezclara en una sola célula que explota en algo propio.

Eso es el estilo:
la transformación de lo que te inspira en una voz que solo puede venir de vos.

SRV no inventó desde cero.
SRV canalizó.
Y en ese flujo, terminó siendo irrepetible.


Moraleja

Leer a Han me hizo darme cuenta de que no tengo que pararme en un pedestal de originalidad para crear.
Solo tengo que estar disponible.
Copiar, deformar, mezclar, repetir, equivocarme, mutar y seguir.

Tal vez ser artista no sea defender “mi idea original”,
sino dejar que la idea viaje a través mío.

Como dice Rubin: “Vos sos el canal, no la fuente.”

Y ahí, sinceramente, me relajé un montón.


Yonpol – Con ayudita de Chat GPT para ordenar conceptos.